
Muchas veces no encontramos sentido a sucesos electorales porque no reflejan lo que es el panorama político real. Para entender un poco más sobre esto, podemos analizar reciente el caso de Bolivia, que según el censo del año 2012, un 40,6% de los bolivianos se reconocieron como parte de la población indígena. Este dato es relevante en política, ya que la población podría no sentirse representada en los liderazgos que asumen posiciones de poder en 20 años de historia democrática. Evo Morales llegó a ocupar el vacío y responder necesidades de los pueblos indígenas en 2006, teniendo una gran popularidad solo por su procedencia indígena.
Las políticas implementadas por el líder del MAS no solamente pusieron en riesgo la democracia de la región, sino que derivaron en la incorporación de Bolivia en una lista de autoritarismos competitivos luego de tener una democracia sólida durante años. Pero ¿por qué el MAS vuelve al poder luego de haber protagonizado tantas conductas autoritarias? La respuesta es la misma por la que Evo Morales llegase al poder la primera vez: no se trata de buenas gestiones, se trata de representación. Sin dejar de tomar en consideración, por supuesto, el craso error de la oposición al ir disgregada a las elecciones, quedando demostrado, una vez más, que los egos políticos destruyen las causas democráticas.
La élite política, en general, no ha sabido adaptarse, a través de un liderazgo popular, a los electores, con genuino reconocimiento de sus realidades, generando rechazo y polarizando escenarios políticos que en el futuro, pueden ser aprovechados por quienes atentan contra la democracia. Y con liderazgo popular, nos referimos a la representación de todos los sectores de la sociedad en el poder. La democracia nace como el mecanismo de representación perfectible, donde todos los sectores de la población se ven reflejados en el poder. Giovanni Sartori define la democracia como un ideal, y como es en la realidad, no es como debe ser. Es por esto, que el objetivo de representación no siempre es logrado por quienes alcanzan los espacios de poder. La no representación en un plano real, puede ser un riesgo para la estabilidad democrática de un país. Normalmente, la segregación del poder de algún sector social de la población, genera ideas de revanchismo que se transforman en movimientos políticos que sirven de plataforma para liderazgos populistas, que utilizan los instrumentos de la democracia para legitimar procesos autocráticos.
El liderazgo debe encauzarse no solamente en sus intereses, sino también en las bases que permiten su existencia. Las tendencias progresistas en el continente latinoamericano están dando pie a liderazgos que, con populismo y demagogia, están aprovechando espacios de escasa representación para instaurar sistemas que, con legitimación democrática, están haciendo mucho daño a nuestra región y esto sin duda, es una amenaza para la democracia que perseguimos.