¿Cómo van las elecciones en USA?

Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos están previstas para el primer martes de noviembre, lo que indica que en este 2020 se llevarán a cabo el tercer día de ese mes. Falta mucho todavía, pero desde ya los candidatos, sus campañas y sus partidos tienen tiempo en una larga y dura batalla por la Casa Blanca. Aprovecho el interés de algunas personas en este tema para comentar ciertos puntos.

Mucho está en juego en estas elecciones. No solo se elige al Presidente y al Vicepresidente, sino que también se elegirán 35 senadores, 435 miembros de la Cámara de Representantes, 6 delegados sin posibilidad de voto, 11 gobernadores y un sinfín de funcionarios locales y estadales. Sin embargo, la disputa va mucho más allá, quien resulte ganador tendrá que lidiar con la pandemia, la depresión económica, las protestas antigubernamentales, el auge de los sectores extremistas en los partidos tradicionales y un escenario global cada vez más desafiante que requerirá, como siempre, del liderazgo de los Estados Unidos.

Veamos, entonces, cómo está la carrera por la Casa Blanca. Recientemente terminó la Convención del Partido Demócrata, donde se nominó oficialmente a Joe Biden y Kamala Harris como candidatos a Presidente y Vicepresidente, respectivamente. Biden, nacido en Scranton, Pennsylvania, de 77 años, fue, como todos recordamos, Vicepresidente de la administración de Barack Obama durante 8 años, pero también se desempeñó como Senador por el Estado de Delaware desde 1976 hasta 2009. Reconocido por ser una persona moderada, profundamente católico y con dilatada trayectoria en asuntos internacionales, se presenta como la carta de los demócratas para rescatar la oficina oval. Biden, marcado por las desgracias personales de la trágica muerte de su primera esposa y su pequeña hija en un accidente de tránsito, así como por la muerte de su hijo mayor, Beau, por cáncer de cerebro, se encuentra arriba en las encuestas que han sido publicadas en los últimos días.

Asimismo, su compañera de fórmula, Kamala Harris, una abogada de 55 años, nacida en Oakland, California, de madre india y padre jamaiquino que inmigraron a Estados Unidos para realizar estudios de doctorado en Berkeley, es la apuesta del partido para luchar contra la discriminación racial, y, sobre todo, por la reforma del sistema de justicia. Harris, inició su carrera siendo Fiscal de San Francisco, llegó a ser la Fiscal General de California y hoy se desempeña como Senadora por ese estado. Reconocida nacionalmente por la letalidad de sus preguntas a altos funcionarios de la administración Trump durante las sesiones por la interferencia rusa en las elecciones de 2016, las audiencias de confirmación del Juez Brett Kavanaugh y las comparecencias de testigos por el proceso de impeachment, es la candidata para la oficina que queda en el Einsenhower Executive Office Building. Carismática, inteligente y de verbo fuerte, es el balance perfecto para Joe Biden, un candidato que le cuesta mover fibras en diversos grupos del electorado.

En la esquina de enfrente, la nominación de Donald Trump y Mike Pence será un simple trámite en la Conferencia del Partido Republicano. Trump, de 74 años, y Pence de 61, ampliamente conocidos y por lo cual no los describiré biográficamente, buscarán la reelección en un escenario similar a 2016, cuando, contra todo pronóstico, le arrebataron la victoria a Hillary Clinton y Tim Kaine, a pesar de que estos ganaron por más de 3 millones de votos. Injusto o no, el debate sobre el sistema electoral americano lo podemos dejar para otro momento. ¿Por qué va perdiendo? Es una pregunta que intentaré responder con algunos hechos. La administración Trump, un gobierno conservador pero poco republicano, se ha caracterizado por los escándalos sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016 y el caso del General Michael Flynn; los procesos judiciales de los principales directores de su campaña: Roger Stone, Steve Bannon, Paul Manafort y George Papadopoulos; Stormy Daniels; las conexiones con Ucrania y el proceso de impeachment en su contra; Black Lives Matter; y, recientemente, el colapso de la economía por la pandemia del Covid-19 y su manejo discutible de la crisis, por decir lo menos. Esto podría explicar un poco por qué ha caído en los sondeos de opinión.

No todo es malo. Recordemos que, a principios de 2020, parecía imposible que el Presidente Trump pudiera perder las elecciones. Por algo era. Sus medidas económicas de recortes de impuestos, eliminación de regulaciones que impedían la generación de empleos y la renegociación de acuerdos comerciales estaban dando resultados; sus políticas de reforzamiento de los controles migratorios y seguridad fronteriza fueron aplaudidos por los sectores más conservadores; su discurso antisocialista y la “guerra comercial” con China, así como su admirable confrontación con las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua habían generado el reconocimiento de la enorme cantidad de víctimas de esos regímenes; así como la operación que dio de baja al general iraní Qassem Soleimani, reivindicó el poderío militar de Estados Unidos. Polémicos o no, estos temas parecían asegurar que Trump estaría cómodo en noviembre. No es así.

Echemos un vistazo al mapa electoral. Primero, recordemos que, para ser elegido Presidente de Estados Unidos, se necesita alcanzar 270 votos del colegio electoral. Según las encuestas más confiables publicadas hasta la fecha, Biden tiene altas posibilidades de ganar los siguientes estados: California, Connecticut, Delaware, Hawaii, Illinois, Maine, Maryland, Massachusetts, Nevada, New Hampshire, New Jersey, New Mexico, New York, Oregon, Rhode Island, Vermont, Virginia, Washington y el Distrito de Columbia; así como estaría punteando en estos otros: Michigan, Minnesota, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin. En total, sumaría 279 votos del colegio electoral, contando todos los votos posibles de Maine, cuyo sistema, a diferencia de la mayoría, es de split vote.

Por otro lado, Trump, tiene altas probabilidades de ganar los estados: Alabama, Alaska, Arkansas, Idaho, Indiana, Kansas, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Missouri, Montana, Nebraska, North Dakota, Oklahoma, South Dakota, Tennessee, Texas, Utah, West Virginia y Wyoming, así como estaría encabezando los sondeos en: Georgia, Iowa, Ohio y South Carolina. En total, sumaría 204 votos del colegio electoral, contando todos los votos posibles de Nebraska, cuyo sistema, al igual que Maine, es de split vote. Incluso, si el actual presidente ganara Arizona, Florida y North Carolina que suman 55 votos del colegio electoral y que se encuentran indecisos, no llegaría a los 270 votos necesarios. A pesar de que el panorama es cuesta arriba para Trump, la epopeya electoral de 2016 podría repetirse y voltear estados como Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, el trío que hizo perder a Hillary Clinton. No subestimemos a Trump, si alguien sabe crecerse en las dificultades es él.

Ahora bien, también están en juego otras cosas importantes. El Senado, por ejemplo. Diría el Congreso, pero lo cierto es que con toda seguridad los demócratas mantendrán el control en la Cámara de Representantes, así que solo me limitaré a la cámara alta. Tenemos que recordar que 1/3 del Senado se renueva cada dos años, lo que divide a los senadores en tres grupos, toda vez que su mandato es de 6 años. Este año se renuevan 33 bancas del class 2 del Senado junto a otras dos elecciones especiales en Arizona y Georgia, para que las actuales senadoras de esos estados puedan disfrutar de un período completo, pues hasta ahora solo estaban cumpliendo funciones de forma temporal frente a la muerte de John McCain y el retiro de Johnny Isakson, respectivamente.

La contienda por el Senado está complicada, el jefe de los republicanos, Mith McConnell, y el jefe de los demócratas, Chuck Schumer, lo saben, y, por eso, no solo están peleando por la elección presidencial, sino que están poniendo toda la carne en el asador para ganar la mayoría en la cámara alta. El GOP tiene que defender 23 senadores de los 53 que tiene hoy, eso quiere decir que 30 senadores republicanos no irán a elecciones este año; mientras que, en el otro lado, los demócratas tienen que defender 12 senadores, porque 35 no irán a elecciones, si contamos a los dos senadores independientes, Bernie Sanders y Angus King, que, generalmente, coinciden con ese partido y forman parte de su grupo parlamentario.

¿Cómo va la cosa en el Senado? Todavía es muy temprano para asegurarlo. Sin embargo, hagamos una pequeña lista. Los republicanos mantendrían senadores en: Alaska, Arkansas, Georgia, Georgia-Special, Idaho, Iowa, Kansas, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Montana, Nebraska, Oklahoma, South Carolina, South Dakota, Tennessee, Texas, West Virginia y Wyoming; así como, con toda seguridad, le ganarán la elección al senador demócrata de Alabama. Eso implica que, para la próxima legislatura tendrían 50 senadores. A su vez, los demócratas mantendrían senadores en: Delaware, Illinois, Massachusetts, Michigan, Minnesota, New Hampshire, New Jersey, New Mexico, Oregon, Rhode Island y Virginia; así como están en mejor posición para ganar las elecciones de Arizona y Colorado, donde, actualmente, los titulares son republicanos. Eso daría un total de 48 senadores. Sin embargo, no hemos contabilizado los senadores de Maine y North Carolina, donde los republicanos Susan Collins y Thom Tillis tendrán elecciones muy competitivas. Estos estados y el voto de desempate que tendrá quien sea elegido como Vicepresidente, podrían determinar qué partido controlará la cámara. Lo sabremos en noviembre próximo.

Finalmente, nos falta analizar un tercer poder, la Corte Suprema. No porque esta vaya a elecciones. Claro que no. Pero, es posible que, en los próximos dos años luego de las elecciones de noviembre, tres jueces de la alta corte puedan retirarse: Ruth Bader Gingsburg, Stephen Breyer y Clarence Thomas, la primera por severas complicaciones de salud, el segundo por su avanzada edad y el tercero porque está llegando a los 30 años en el banquillo de la Corte, tiempo que, usualmente, empieza a marcar el reloj para el retiro. El ala conservadora de la Corte lo integran el Chief Justice John Roberts y los justices Clarence Thomas, Samuel Alito, Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh, estos dos últimos nominados por Trump. Por su parte, el ala liberal lo integran: Ruth Bader Gingsburg, Stephen Breyer, Sonia Sotomayor y Elena Kagan, estas dos últimas nominadas por Obama. A pesar de que Roberts es conservador, últimamente ha sido criticado por los republicanos por sus posiciones liberales adoptadas en decisiones del último año, por lo que existe un interés real del GOP de controlar efectivamente la SCOTUS. Si Trump ganara la presidencia y los republicanos el Senado, sería perfectamente posible que los conservadores tuvieran una supermayoría de al menos 6 o 7 jueces, lo que podría poner en riesgo decisiones en materia de aborto, derechos de la comunidad LGBTIQ+, control del porte de armas, políticas migratorias abiertas y todas aquellas medidas que los demócratas han venido poniendo en su agenda en los últimos años. Este argumento es perfectamente posible a la inversa, dependiendo de quien gane la Casa Blanca y el Capitolio, así que los liberales también pudieran tener mayoría, solo que no tan amplia.

Como podrán observar, estas elecciones definirán el equilibrio de poderes en Estados Unidos, bien para la presidencia, bien para el Congreso, bien para la Corte Suprema. Así es el juego de la democracia, qué afortunados esos países donde este sistema funciona plenamente. Ya veremos más adelante, pues, de momento, todo parece incierto. Lo único que sabemos, claramente, es que ese primer martes de noviembre todos estaremos nerviosos, no solamente los americanos.

Abogado, UCAB. Cursando el Máster en Gerencia Pública IESA. Consultor en asuntos políticos y electorales, derechos humanos y políticas públicas.

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